martes, 22 de mayo de 2012

VIENTOS DE GUERRA EN EL VATICANO


  
 de Giorgio Bongiovanni - Abril de 2012

“Beatísimo Padre,

con profundo dolor y amargura he recibido de manos del Em.mo Cardenal Secretario de Estado la comunicación de la decisión de Su Santidad de nombrarme Nuncio Apostólico en Estados Unidos de América. En otras circunstancias tal nombramiento habría sido motivo de alegría y signo de gran estima y confianza respecto a mí, pero en el actual contexto será percibido por todos como un veredicto de condena de lo que he realizado y, en consecuencia, como un castigo.”
Es el motivo lo que altera al prelado. Su misión de restablecer orden en las cuentas cumplida con devoción y éxito,  en lugar de merecer apreciaciones, le ha convertido en un molesto obstáculo para los intereses de algunos potentados. Pero no se rinde y confiesa su contrariedad directamente al secretario de Estado:  
“En la carta reservada que Le escribí el 27 de marzo de 2011, que encomendé personalmente al Santo Padre por la delicadeza de su contenido, afirmaba que a mi parecer el cambio de juicio sobre mi persona tan radical que Su Eminencia me demostró en la audiencia del pasado 22 de marzo podía ser fruto sólo de graves calumnias en contra de mi y de mi forma de actuar (...) y ahora, después de las informaciones que han llegado a mi conocimiento, incluso sintiendo un sincero y fiel apoyo a la obra de Su Eminencia, a Quien ha sido encomendado un encargo tan gravoso y expuesto a presiones de personas que no a la fuerza están bien intencionadas(...) con este espíritu de lealtad y fidelidad reputo mi deber referir a Su Eminencia hechos e iniciativas de las que estoy completamente seguro, develadas en estas últimas semanas, tramadas expresamente para inducir a Su Eminencia a cambiar radicalmente su juicio sobre mi cuenta, con la intención de impedir que yo le sucediera al Card. Lajolo como Presidente del Gobernatorado, lo cual se sabe muy bien en la Curia desde hace tiempo. Efectivamente, personas dignas de fe nos han ofrecido espontáneamente a mí y a S.E. Mons. Corbellini, Vice Secretario General del Gobernatorado, pruebas y testimonios de los siguientes hechos: 
1. Con el acercarse del término para el pasaje de cargos en el Gobernatorado, dentro de la estrategia puesta en práctica para destruirme a los ojos de Su Eminencia, han sido publicados también algunos artículos en Il Giornale, que contienen calumniosos juicios y malévolas insinuaciones contra mí. Ya en marzo pasado, fuentes independientes, todas particularmente calificadas - el Dr. Giani (Domenico Giani, ex policía de finanza y ex agente de los servicios secretos italianos en el Sisde, que después fue nombrado director de los servicios de seguridad e Inspector Jefe de la Gendarmería del Vaticano ndr.), el Prof. Gotti Tedeschi (Ettore Gotti Tedeschi), presidente del IOR, el instituto financiero del Vaticano, ndr.), el Prof. Vian (Gian Maria Vian), director del Observatore Romano ndr.) y el Dr. Andrea Tornielli, en ese entonces Vaticanista de Il Giornale, - habían verificado con pruebas una estrecha relación entre la publicación de dichos artículos con el Dr. Marco Simeon, por lo menos como intermediario entre las misivas procedentes del interior del Vaticano. A confirmación, pero sobre todo como complemento de tal noticia, nos ha llegado a S.E Mons. Corbellini y a mí el testimonio verbal y escrito del Dr. Egidio Maggioni (ex presidente de la sociedad publicitaria SRI, Socially Responsible Italia Spa que tenía relación de negocios con el Vaticano ndr.), persona bien conocida en el mundo de los medios de comunicación, bien conocida y estimada en Curia, entre otros, del Dr. Gasbarri (director administrativo de Radio Vaticana, ndr.), de S.E Mons. Corbellini y por Mons. Zagnoli, ya responsable del Museo Etnologico-misionero de los Museos Vaticanos. El Dr. Maggioni ha testimoniado que el autor de las misivas procedentes del interior del Vaticano es Mons. Paolo Nicolini, Delegado para los Sectores administrativo-gestionales de los Museos Vaticanos. El testimonio del Dr. Maggioni asume un valor determinante en cuánto él ha recibido dicha información del mismo Director de Il Giornale, Sr Alessandro Sallusti, con el cual Maggioni tiene una estrecha amistad desde hace mucho tiempo. 2. La implicancia de Mons. Nicolini, particularmente deplorable en cuanto es sacerdote y dependiente de los Museos Vaticanos, lo confirma el hecho de que el mismo Monseñor, el pasado 31 de marzo, en ocasión de una comida, le ha confiado al Dr. Sabatino Napolitano, Director de los Servicios Económicos del Gobernatorato, durante una conversación entre apasionados de futbol, que próximamente además (que por) de la victoria del campeonato por parte del Inter, se habría celebrado algo mucho más importante, es decir mi eliminación del Gobernatorado.”
La misiva continúa con otros 6 puntos en los cuales mons. Viganò sustenta detalladamente su causa, pero no servirán de nada visto que la decisión ha sido tomada.  
Como de costumbre el Vaticano en un primer momento ha intentado (de) quitar importancia al asunto con un frío comunicado donde toma las distancias, pero la solidez de la investigación de Nuzzi y sobre todo la evidente molestia de muchos creyentes, cansados por el enésimo escándalo, ha impulsado a la burocracia vaticana a asumir una actitud de extrema dureza con el prelado culpable de haber hecho constar por escrito nombres y apellidos de los que deshonran la Iglesia de Cristo. Probablemente la carrera de embajador americano no durará mucho para Monseñor Viganò, no hay lugar para los inflexibles en el gran bazar del templo.  
Se podrá consolar con la fe en lo que Cristo enseñó: “Beatos los que serán perseguidos a causa de mi nombre” porque ha tenido el valor de la verdad en una cueva de ladrones.  
Pero no es el único hecho que ha salido a la luz en pocas semanas que da preocupaciones a la Iglesia.  
Ya nos ocupamos ampliamente de los crímenes en el Vaticano y de la última operación sospechosa en septiembre pasado señalada al Banco de Italia sobre la trasferencia de 23 millones de euros, a través del banco el Credito Artigiano, a la Jp Morgan Frankfurt (20 millones) y al Banco del Fucino (3 millones), que los investigadores consideraban  poco transparente.  
Efectivamente el Ior está considerado como un banco extracomunitario sometido a las normas de control el decreto 231 del 2007 que regula de modo “reforzado” las transacciones económicas de los países que no hacen parte de la “white list”, es decir que no están comprometidos en adoptar un régimen de transparencia que disipe sospechas de reciclaje. En una palabra Países Off-shore.  
Esta clasificación no le gustó nunca a Benedicto XVI que en efecto ha hecho instituir personalmente un medio de control interno a la Aif (Autoridad de información financiera) tras la emanación de una específica ley para la “prevención y el contraste del reciclaje de rentas de actividades (criminosas) criminales.”  
Por esta razón, aunque no es la única, la fiscalía de Roma aceptó desbloquear las sumas en cuestión que según las explicaciones de los altos cargos del banco vaticano investigados, el presidente Gotti Tedeschi y el director Cipriani, eran fruto de un giro bancario para adquirir bonos alemanes, pero la investigación quedó en todo caso abierta.  
De la parte más frágil del Vaticano, justo en estos días, en un artículo de Il Fatto Quotidiano se leía una circular interna y reservada de los despachos papales en los que se cuestionaba cómo y cuánto sería eficaz el accionar de la Aif y si sobre todo las nuevas reglas tuvieran que ser retroactivas o aplicables sólo a partir del mes de abril de 2011, cuando entró en vigencia el nuevo régimen.  
Pero, justo en estos días, de la parte más frágil del Vaticano se lee en un artículo de Il Fatto Quotidiano hablaba de una circular interna y reservada de los despachos papales en los que se cuestionaba cómo y cuánto sería eficaz el accionar de la Aif y si sobre todo las nuevas reglas tuvieran que ser retroactivas o aplicables sólo a partir del mes de abril de 2011, cuando entró en vigencia el nuevo régimen.  

La Santa Sede mediante su portavoz Lombardi, muy atareado en esquivar los golpes a derecha e izquierda, ha explicado que sólo se trató de una nota interna con normales solicitudes de aclaraciones a las que siguió la directiva de proceder (a todo campo) en todos los frentes.   

Será así, pero que casualidad que en el último año el Ior ha desplazado gran parte de los fondos que antes estaban depositados en nueve bancos italianos, de los cuales es cliente, entre los cuales Intesa Sanpaolo y Unicredit, a institutos de crédito alemanes.  
Ningún misterio - contestan los economistas papales - son más convenientes y cuestan menos. ¿O están más providencialmente lejanos de las fiscalías italianas?  
En fin si incluso Benedicto XVI ha tratado de encaminar, al menos en palabras, importantes iniciativas de saneamiento de la ética financiera de su estado, intrigas y escándalos siguen emergiendo desmintiéndole en los hechos.  
La semana negra de la ciudad del Vaticano se ha concluido en efecto, con una clamorosa exclusiva de Marco Lillo, uno de los cronistas destacados de Il Fatto Quotidiano, que ha revelado una carta escrita por el Cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos al secretario de Estado en la que le advierte sobre un posible complot de muerte contra el pontífice.  
La misiva cuyo contenido es de verdad increíble refiere que el obispo de Palermo, mons. Romeo, en su último viaje privado a China habría confiado no sólo las luchas de poder en el seno del Vaticano, inclusive la difícil convivencia entre el Santo Padre y el propio mons. Bertone, sino también profetizado la muerte del papa dentro de 12 meses y hasta el sucesor designado.  
Monseñor Lombardo no ha podido hacer más que verificar la veracidad del documento, pero obviamente no ha podido hacer comentarios sobre el contenido definido “incoherente.”  
Verdad o no, el miserable espectáculo que se extiende a los ojos de los fieles, y no sólo de éstos, nos dá la imagen de una corte monárquica de fines del setecientos, infestada por luchas de poder, engaños, corrupciones y traiciones. Nada, nada que ver con la enseñanza Crística, nada que ver con el sacrificio cotidiano de decenas de sacerdotes esparcidos en todo el mundo que luchan por la supervivencia y para dar de beber a los sedientos y de comer a los hambrientos.  
En el 2002 tuve la oportunidad de entrevistar al conocido colaborador de justicia Salvatore Cancemi, hombre de la cúpula, que se sentaba con Totò Riina a la mesa todas las  semanas. Aceptó contestarme a todas las preguntas, incluso sobre los temas más delicados como la implicancia de Berlusconi y de Dell’Utri en los atentados, etc… pero cuando le pregunté sobre la relación entre la Cúpula mafiosa y el Vaticano el superarrepentido saltó de la silla y me dijo: “¿Pero me quiere ver muerto? Me hacen pedazos y me hacen como un bocadillo ca' meusa (bocadillo con el bazo ¿???). Usted quiere morir joven, ahora no hablaré nunca de ésto, quizás un día…!  
Cancemi murió por una enfermedad el año pasado. Me había puesto en contacto con él, y él, desde su refugio escondido, protegido por el Estado, estaba dispuesto a hablar de los miles de millones que él y Riina reciclaron en el banco vaticano por cuenta de Cosa Nostra. ¡No llegué a tiempo... ¡lástima! 

    
“También para la Iglesia llegará el tiempo de sus más grandes pruebas.  Cardenales se opondrán a Cardenales, los Obispos a Obispos. Satanás caminará por entremedio de sus filas, y en Roma habrá cambios”.      
Ésto es lo que anunciaba la profecía de Fátima, la tan temida y que fue revelada sólo parcialmente bajo la égida del actual Papa Benedicto XVI, que en aquellos años estaba a la cabeza de la congregación para la doctrina de la fe.    
No fueron divulgados detalles particulares sobre aquellas palabras que la Virgen María transmitió a los tres pastorcillos en el 1917, pero las crónicas actuales pueden hacernos comprender a todos, inclusive a los no creyentes, el mensaje de amonestación que ha llegado a nosotros a través de aquellos niños, quienes obviamente desconocían completamente las sospechosas disputas en el seno de la Iglesia de Roma.    
En pocas semanas reportajes periodísticos y programas televisivos han sacado a la luz pública las fechorías en el seno del Vaticano y la implicancia de nuevo, una, dos, cien veces, de los altos cargos púrpuras en asuntos poco limpios e incluso en complots internos.    
El centro de la cuestión son siempre cantidades anormales de dinero, que ningún simple fiel pudiera soñarse jamás, y juegos de poder para salvaguardar los intereses de acuerdos que se contraponen unos a otros.    
Y las fuentes que develan estas inquietantes tramas son, por absurdo que parezcan, todas internas del Vaticano filtradas por vias que aún resultan desconocidas, pero que quizás sean fruto de alguna conciencia incómoda que quisiera ver encaminada una auténtica obra de reforma. En pocas palabras nada que ver con las habituales operaciones de fachada.    
La primera es el increíble hecho del Monseñor Carlo Maria Viganò, actualmente nuncio apostólico de la Santa Sede en Washington. Una correspondencia interna dada a conocer por el periodista del canal televisivo La7, Gianluigi Nuzzi, cuenta el enorme trabajo desarrollado por el prelado para resanar las cuentas del Gobernatorado vaticano cerradas con un balance desastroso en el 2010.    
Mientras cumplía con su labor, que le fuera encomendada directamente por el Santo Padre, Viganò se da cuenta de que el motivo de los gastos excesivos y del déficit de balance hay que buscarlo en un sistema de contrataciones trucadas y de facturas engordadas con las cuales se desangraban las cuentas del instituto.    
En efecto en un año sólo, con una administracción cautelosa y sobre todo con recortes netos a los derroches debidos a las corruptelas, Viganò no sólo pone a la par el balance, sino que además aporta a las arcas del Vaticano beneficios por decenas de miles de euros.    
Está claro que su obra de limpieza ha mellado los intereses de aquellos que obtenían ganancias y beneficios ilícitos de la pasada mala administración y que no perdieron tiempo en hacerle notar su desacuerdo.
En una serie de cartas que el monseñor envía directamente al Papa y al Secretario de Estado Tarcisio Bertone se leen claramente los nombres de aquellos que se habrían manchado de delitos y de maniobras (arquitectadas) manipuladas (orquestadas) por parte de sus muchos enemigos para aislarlo y posiblemente volverle inocuo.    
He aquí un ejemplo de sus alarmantes informes a Benedicto XVI:    
“…. Sobre el mismo Mons. Nicolini se destaca un comportamiento censurable en lo que se refiere a la honradez de su administración, a partir del período en el que estaba al frente de la Pontificia Universidad Lateranense, dónde, como testimonia S.E Mons. Fisichella, (presidente del Pontificio consejo para la promoción de la nueva evangelización ndr.) fueron halladas a su cargo: falsificaciones de facturas y un déficit de al menos setenta mil euros. Resulta además una participación de intereses del mismo Monseñor en la Sociedad SRI Group, del Dr. Giulio Gallazzi, sociedad que ha acumulado incumplimientos hacia el Gobernatorado por al menos dos millones doscientos mil euros y que, anteriormente ya había defraudado a El Observador Romano, cómo me ha confirmado Don Helio Torreggiani (director general de la Tipografía Vaticana ndr), por más de noventa y siete mil euros y a la A.P.S.A por otros ochenta y cinco mil, cómo me ha asegurado S.E Mons Calcaño (presidente del Apsa, la administración del Patrimonio de la Santa Sede, ndr). Tabulados y documentos en mi poder demuestran dichas afirmaciones y el hecho de que Mons. Nicolini ha resultado ser el titular de una tarjeta de crédito a cargo de subdicho SRI Group, por un límite de dos mil quinientos euros al mes.”    
Por toda respuesta el Papa, en vez de convocarlo y de entrar en mérito de sus gravísimas acusaciones, le nombra nuncio apostólico, es decir embajador en la prestigiosa sede de Washington, quizás la más importante en absoluto. “Promoveatur ut amoveatur” se dice en estos casos, y quiere decir: “Promovido para ser removido.
Monseñor Viganò entiende perfectamente el sentido de aquella promoción y lo escribe directamente al Santo Padre el 7 de julio de 2011:   

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