domingo, 3 de febrero de 2013

LA ELECCIÓN DE SEGUIR A CRISTO


   DEL CIELO A LA TIERRA


SER APÓSTOLES DE CRISTO. SOLDADOS DE SUS MILICIAS.
SER CONFIRMADOS POR EL ACEITE DE LA CONSCIENCIA CRISTICA.
SER BAUTIZADOS POR EL AGUA QUE PURIFICA Y POR EL FUEGO QUE ARDE EN EL PLEXO SOLAR DE TU ESPÍRITU.
¡A TI HERMANA! ¡A TI HERMANO!
¡QUE LA LLAMADA DE CRISTO SEA LA VOZ QUE DESGARRA TU CORAZÓN, EL HEROICO FUROR QUE ANIME DE PASIÓN DE AMOR Y DE JUSTICIA TUS SENTIDOS HUMANOS! LA ALEGRÍA INFINITA DE EXISTIR Y SER CREADO EN EL CREADOR, CARISMA DE DONCELLAS DIVINAS, CARIDAD DE LOS AFLIGIDOS, CORAZÓN IMPÁVIDO DE LOS OPRIMIDOS Y SOBRE TODO, ANUNCIADOR DE LA GLORIA DEL HIJO DEL HOMBRE, JESÚS. 
QUE LA LLAMADA DE CRISTO SEA TU SER INFINITO EN EL ETERNO PRESENTE.
¡PAZ!


DEL CIELO A LA TIERRA


Palermo (Italia)
01 de Febrero de 2013
03:42 horas

Por  Giorgio Bongiovanni.

El espíritu es eterno y es la verdadera identidad de nuestro ser. El cerebro actúa simplemente de transmisor que trabaja sobre el cuerpo. La elección es aquello a lo que somos llamados a hacer frente a Cristo. En el caso de nuestro grupo espiritual la elección de servir la obra es un compromiso de vida y de muerte, porque seguir a Cristo no es como ir de paseo, a diferencia de otros caminos espirituales, que garantizan felicidad, privada de todo sufrimiento, pero actuando así engañan. Ese no es Cristo, es el diablo. En esta sociedad, para luchar y obtener justicia no puedes no sufrir. El camino de Cristo es el camino del sufrimiento, no entendido como cinismo o masoquismo, pero como sufrimiento en la lucha, en la batalla de los más ricos contra los más pobres, los miserables. Esa es la batalla de Cristo, donde nuestra elección será coronada por la gloria de Jesús que vencerá con la autoridad, con la fuerza y con la justicia, pero hasta que no llegue el día en el que aparecerá con la Gloria del cielo nosotros tenemos que seguir las catorce estaciones de la cruz: latigazos, caídas, coronas de espinas, escupitajos, persecuciones, etc. En el camino del Evangelio la felicidad tiene que ser interior. Muy a menudo somos tentados y nos preguntamos porqué las cosas salen mal, porqué estamos sufriendo y siempre tenemos dificultades, olvidando que ese es el camino de Cristo. Si recibiéramos aplausos, gloria en los teatros o en los estadios, si fuéramos recibidos con rosas o con billetes de cien euros que llueven del cielo, si yo me presentara vestido de blanco, con zapatos y los estigmas en compañía de Bush, Obama o el Papa, en un estadio repleto ante cien mil personas que arrojan billetes, mientras vosotros, mis discípulos, los recogéis felices con unas cestas... ese no sería el camino de Cristo, sino del anticristo. El camino de Cristo es la humildad, la sencillez, la incomprensión, la persecución, el sacrificio, no poseer nada, tener problemas siempre. ¿Dónde está la señal de nuestra victoria? En la unión, en la solidaridad, en el triunfo de la justicia, en el defender una causa justa hasta la muerte, en las señales que aparecen, las que llevo en mi cuerpo. La victoria está en el no ser comprendidos por la sociedad, burlados y seguidos por unos pocos; donde el poder te odia y jamás ningún Papa, Presidente, jefe de Estado o jefe de la mafia se sentarán cerca tuyo. Ésto es seguir a Cristo y esta tiene que ser nuestra elección.
Después de todo, nosotros hemos sido agraciados por la Santa Madre, porque a pesar de las dificultades y el no ser comprendidos, nosotros no estamos viviendo lo que vivieron los apóstoles. ¿Acaso alguno de vosotros alguna vez ha sido encarcelado o arrestado? ¿Acaso os han azotado en la espalda, puesto una corona de espinas, envenenado o disparado? No, y la mayoría de nosotros, hermanos de las arcas, estamos bien y no nos falta nada. ¿Dónde está la persecución? Claro que tenemos problemas, pero no son nada ante lo que nos pide Jesús para seguirlo. Tenemos que agradecer todos los días a la Santa Madre y a Su infinito amor si no somos perseguidos, si no le ha sido quitado el pan de la boca a nuestros hijos, si a pesar de todo todavía estamos trabajando, permitiéndonos seguir a Su Hijo, porque si tuviera que ser como Él ha dicho, para seguirlo no tendríamos que tener nada y ser perseguidos o asesinados, en cambio Su infinito amor permite que no nos ocurra nada. Es por este motivo que a menudo hago un llamado a nuestros hermanos y a mi mismo a que no se lamenten, a que sean felices y que hagan todo lo que les sea posible. Nuestra elección en el momento en el que dijimos que “si” queríamos seguir este camino tiene que ser total, incluso a costa de la vida, de lo contrario es una elección que no ha sido hecha. 

Palermo 1 de noviembre de 2012


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