domingo, 21 de julio de 2013

NUEVAS EVIDENCIAS SUGIERE QUE EL LAGO VOSTOK PODRÍA BULLIR DE VIDA.

Por Miguel Artime | Cuaderno de Ciencias – jue, 18 jul 2013


Lago Vostok a vista de satélite (Crédito: NASA)El punto de origen para la conquista del sistema solar es la Tierra, y nuestro planeta es además un magnífico laboratorio donde probar técnicas con las que los ingenieros tratan de solventar los problemas a los que se enfrentarán nuestras sondas en el futuro. Si hace unos días os hablaba yo de como la Gran Cuenca Artesiana de Australia podría ser un lugar perfecto para ensayar la búsqueda de bacterias fósiles en Marte, hoy tengo que hablaros de un análogo muy aproximado al desafío que suponen Europa, Encélado, y otras lunas tras cuya helada corteza superficial se esconden océanos: el lago Vostok.

En el interior de la Antártica, a casi cuatro mil metros bajo su helada superficie, existe un lago subterráneo alimentado por agua glacial que jamás se ha congelado y que está completamente aislado no solo del exterior, sino también del resto de lagos subglaciales. Por ello, sus aguas no han mantenido contacto con la atmósfera desde hace al menos catorce millones de años.

Su mera presencia, unida a la dificultad de alcanzar sus aguas, han hecho que este lago despierte la imaginación de los investigadores y de los aficionados a la ciencia. ¿Podrá existir vida en un lugar tan remoto, tan extremo, tan aislado?

Las dimensiones de este lago, enterrado bajo el hielo del polo sur, no son en absoluto despreciables ya que mide 150 kilómetros de largo por 50 de ancho. Tras décadas de trabajos de taladrado a cuenta de los rusos, finalmente el año pasado alcanzaron sus esquivas aguas, aunque aún seguimos esperando los resultados de su análisis.

Sin embargo, los estadounidenses no se han quedado al margen de la fascinación que despierta este lago subglacial. Un reciente trabajo de investigación publicado en PLOS ONE por genetistas de la Universidad Estatal Bowling Green (Ohio, EE.UU.) entre los que se encuentran Yury Shtarkman yScott Rogers, ha vuelto a elevar las expectativas de hallazgos notables en aquella aislada masa de agua, desconectada de la atmósfera terrestre durante casi 15 millones de años.

Lo que han hecho Shtarkman y Rogers es estudiar las muestras de hielo (o catas) que las perforadoras han ido extrayendo de las capas de hielo más profundas (3.500 metros) situadas sobre el agua, formadas de hecho por la congelación de la propia agua del lago. En lugar de buscar restos de microorganismos, o incluso microbios vivos (extremófilos), Rogers buscó secuencias de ADN. Esto es lo que hacen actualmente los oceanógrafos que cuentan con medios avanzados. ¿Por qué atrapar especímenes cuando en el agua flota la huella genética de miles de especies? Bien, pues qué diréis que encontraron cuando analizaron las secuencias de ADN encontradas en el hielo adyacente a las aguas del lago Vostok: una orgía de datos.

Según puedo leer en el Washington Post, tras cultivar y secuenciar los ácidos nucléicos presentes en el hielo, se identificaron más de 3.500 secuencias genéticas únicas, principalmente de bacterias (un 94%) aunque también se hallaron trazas de criaturas multicelulares eucariotas. Lo más curioso es que todas ellas eran similares a las de especies que conocemos bien, lo cual sugiere que en Vostok la vida podría no ser tan alienígena como algunos especulaban.

¿Significa eso que encontraremos 3.500 especies viviendo en las oscuras aguas del mayor lago subglacial de la Antártida? No, en absoluto. Hablamos de un trabajo científico basado en genética, por lo que no esperéis que el próximo número de National Geographic abra con fotos alucinantes de merluzas ciegas dotadas de sangre rica en anticongelante. Aunque todo hay que decirlo, las noticias son realmente esperanzadoras.

Y hablando de peces, deciros que de esas 3.500 secuencias genéticas, algunas parecen provenir efectivamente de crustáceos, moluscos, anémonas marinas e incluso peces. ¿Seguirán ahí esas criaturas? Es difícil confirmar algo así, hay que recordar que hace unos cuantos millones de años, cuando el lago aún estaba en contacto con la atmósfera, la Tierra ya bullía de vida, por lo que puede que lo que Shtarkman y Roger detectaron sean restos de tiempos mejores y pretéritos.

Me temo que tendremos que seguir esperando hasta que los rusos hagan público lo que encontraron en sus muestras de agua.

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