martes, 8 de octubre de 2013

EL DORADO.



Los antiguos pobladores de América decían que en algún lugar de la jungla existía una tribu cuyo rey estaba cubierto con polvo de oro y al que le gustaba nadar en un lago de oro, a este lugar lo llamaron los españoles “El Dorado“.

Recordemos también que cuando los españoles llegaron al nuevo continente se vivió un gran saqueo de minerales, especialmente el oro y la plata; sin embargo, cuando comenzaron a escuchar de “El Dorado“ su ambición fue tal que organizaron expediciones para conocer tan prometedor lugar. Uno de los primeros españoles en aventurarse fue Jiménez de Quesada, quién en 1536 organizó una expedición con aproximadamente 500 soldados para buscar “El Dorado“, en dicha expedición los españoles lograron llegar a un poblado cerca de Colombia donde la tribu chibcha poseía grandes riquezas como el oro, la plata y miles de esmeraldas.

La tribu Chibcha nunca había oído hablar de un lugar llamado “El Dorado“; sin embargo, contaron a los españoles de unos pobladores que vivía cerca del Lago Guatavita y que cada año realizaban una ceremonia en la cual ofrecían sacrificios y regalos a su dios, al que los Chibchas llamaban “El Hombre Dorado”. En la ceremonia el rey del pueblo (que iba cubierto de polvo de oro) y cuatro sacerdotes se embarcaban llevando consigo las ofrendas que lanzaban al agua una vez que llegaban al centro del lago; ahí, el rey se daba un baño para limpiarse el polvo.

Los españoles nuevamente organizaron expediciones al Lago Guatavita, pero una vez más sus esfuerzos no rindieron frutos. Sin embargo, la leyenda de “El Dorado“ se extendería a través del tiempo y fueron muchos los españoles que escucharon e intentaron a su vez, descubrir tan rico, extraño y a su vez, famoso lugar. Por ejemplo, en 1537 Francisco de Orellana intentó encontrar la ciudad dorada navegando a lo largo del Río Napo; en 1584 comenzó a surgir el rumor de que los Incas habían fundado una nueva ciudad de oro a la que llamaban Manoa y fue en aquél entonces Sir Walter Raleigh quien se dio a la tarea —sin éxito— de buscar Manoa y llevar todas las riquezas a la Reina Elizabeth I.

Como podemos imaginar, la leyenda de “El Dorado“ llegó incluso a algunos especialistas en antropología, quienes en el siglo XX realizaron estudios en el Lago Guatavita para comprobar la existencia de “El Dorado“; a pesar de dichos estudios han mostrado que el Lago tiene muchos secretos que la ciencia aún tiene que desvelar, ninguna de las riquezas que hicieron famoso y mítico a El Dorado se han encontrado.


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