El hielo marino en el continente blanco se redistribuye y aumenta ligeramente.
Un glaciar en la Antártida, fotografiado desde un helicóptero a 30 metros de altura. / Xichen Li
La península Antártica, la zona donde está una buena parte de las bases científicas, incluidas las dos españolas, es la región del planeta que ha sufrido ya el mayor calentamiento debido al cambio climático. No está claro por qué. Tampoco tiene una buena explicación el hecho de que, mientras que en el Ártico se ha reducido el hielo estival en un 30% desde finales de los años setenta, en el otro lado del planeta, el hielo oceánico se redistribuye, aumenta en unos sitios y disminuye en otro, con un saldo ligeramente positivo, es decir, que está creciendo el hielo marino allí. “Esto parece paradójico en un proceso de calentamiento climático y se ha utilizado a menudo para cuestionar la perspectiva ampliamente aceptada de que el cambio climático actual tiene un origen fundamentalmente antropogénico”, señala John King, experto del Servicio Antártico Británico (BAS en sus siglas en inglés). Pero ahora parece que esa paradoja se esclarece con una investigación que desvela una relación causal entre las anomalías de temperatura en el Atlántico Norte y tropical y los efectos del calentamiento del continente blanco, tanto en la redistribución del hielo como en el notable aumento de las temperaturas invernales (junio, julio y agosto) en la península Antártica, con un incremento de la temperatura de 5,6 grados centígrados en el último medio siglo.
Variación de la cubierta de hielo marino en la Antártida calculada en porcentajes de extensión por década (1979 y 2012): el hielo aumenta en las zonas marcadas en rojo (este y oeste) y disminuye en las azules. / National Snow and Ice Data Center (Boulder EE UU) / BAS
Se había identificado ya la influencia de los cambios en el Pacífico sobre el clima antártico en el verano austral, junto con el aumento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera y el adelgazamiento de la capa de ozono. Pero esa influencia no era suficiente para explicar las alteraciones registradas en invierno, como la redistribución de los hielos, por la que su disminución en el mar de Bellinshausen se compensa con la crecida en el mar de Ross occidental. “Nuestro hallazgo revela una fuerza desconocida —y sorprendente— del cambio climático que está actuando en el hemisferio Sur: el océano Atlantico”, señalan Xichen Li (científico de la Universidad de Nueva York) y sus colegas, que han presentado esta investigación en el último número de la revista Nature. “Es más, el estudio confirma que el calentamiento en una región puede tener efectos de largo alcance en otra”.
Este equipo ha descubierto que la variabilidad de la temperatura del agua en el Atlántico Norte y tropical correlaciona claramente con cambios de presión al nivel del mar en zonas antárticas, lo que influye en el comportamiento de hielo, señala el Comité Científico de Investigación Antártica (SCAR), órgano asesor del Tratado de la Antártida.
El hielo se funde por el calentamiento y forma una catarata sobre el océano en la Antártida. / Xichen Li
Pero Xichen Li y sus colegas no se han parado en esa correlación, sino que han comprobado el efecto con modelos climáticos en ordenador verificando que generan los cambios observados en el continente blanco desencadenados por la variabilidad en el Atlántico, y no a la inversa. “Con este estudio hemos visto cómo se redistribuye el hielo Antártico y, además, hemos descubierto que los mecanismos que lo controlan son completamente diferentes de los del Ártico”, señala David M. Holland, uno de los investigadores del equipo.
Las anomalías de los hielos se deben a las variaciones de los vientos asociadas con los cambios en los patrones de presión atmosférica alrededor de la Antártida, señala King en su comentario acerca del trabajo de los investigadores de la Universidad de Nueva York. Y esos cambios están conectados con las anomalías de temperatura en el Pacífico tropical, donde se originan fenómenos atmosféricos que se propagan hasta las altas altitudes australes. Así se puede explicar la variabilidad interanual del hielo marino antártico en el verano austral.
El calentamiento en una región del globo afecta a otras muy alejadas
A largo plazo y durante la estación invernal, los efectos del Pacífico no son aparentes, pero sí que se manifiestan los del Atlántico, que influyen en los vientos anómalos meridionales y de ahí su efecto en el continente blanco. El calor en el Atlántico tropical genera cadenas de ondas atmosféricas que se propagan por el globo en dos semanas y terminan por provocar las bajas presiones sobre el Mar de Amundsen, señalan Xichen Li y sus colegas en su artículo en Nature.
“El hielo marino es uno de los mayores retos a la hora de modelizar el sistema terrestre”, recuerda King. “Su tasa de formación o fusión está controlada por pequeñas diferencias entre grandes flujos de calor de la atmósfera y el océano, y su distribución esta fuertemente influida por los vientos y las corrientes marinas”, concluye.
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