viernes, 16 de mayo de 2014

CAMBIO CLIMÀTICO COMPLICARÀ ACCESO AL AGUA DE GRAN PARTE DEL PLANETA.




AFP/AFP - El reservorio de Los Laureles que abastece de agua potable a Tegucigalpa completamente seco el 27 de marzo de 2014.

Menos agua en las regiones secas, aún más en las inundables, caudales de ríos modificados, contaminación... El calentamiento global cambiará radicalmente el mapa del acceso al agua y avivará las tesiones por este recurso vital.

El recalentamiento previsto a lo largo del siglo XXI, junto a la presión demográfica, reducirán la cantidad de agua disponible tanto en la superficie como en las capas inferiores del suelo en la cuenca del Mediterráneo, la Península Arábiga, Asia central y California (EEUU), subrayaron los expertos del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) en su informe de marzo.

En el norte de Europa, en cambio, se teme que haya mayores inundaciones a consecuencia de lluvias aún más intensas.

Ya sea por escasez o por exceso de agua, hará falta anticiparse a esos cambios, en un mundo en el cual ya hay 800 millones de personas sin acceso a fuentes seguras de agua potable.

No se trata simplemente de una cuestión de cantidad. La variabilidad y la calidad de este recurso también cambiarían en un planeta más cálido, explicó a la AFP Blanca Jiménez Cisneros, directora de la división de Ciencias del Agua de la UNESCO.

El derretimiento acelerado de los glaciares, por ejemplo, podría provocar un aumento del caudal de los ríos y beneficiar a los pobladores, pero solo por un tiempo, pues luego el manantial sería menos impetuoso que antes del proceso.

Un aumento de la temperatura afectaría además la calidad del agua, pues favorecería la multiplicación de plantas acuáticas, productoras de toxinas difíciles de eliminar con tratamientos convencionales. Y allí donde las lluvias se intensifiquen, los centros de tratamiento del agua deberán eliminar una mayor cantidad de materiales contaminantes.

Otro efecto menos conocido del calentamiento sobre el agua: la salinización de las napas de agua dulce en los litorales y en las islas a causa del aumento del nivel del mar. Esto provocará en algunas regiones la necesidad de una desalinización particularmente costosa.

- El factor demográfico -

Además de las consecuencias señaladas por los climatólogos, la demanda de agua potable podría crecer un 55% hasta mediados de siglo causa del crecimiento demográfico y de la actividad industrial, subrayó en marzo un informe de la ONU.

En 2050, el planeta podría contar con 9.600 millones de habitantes, frente a 7.200 millones en la actualidad.

El recalentamiento será además un estimulante de la demanda: una central eléctrica necesitará más agua para enfriar sus instalaciones y la población beberá más y pasará más seguido bajo la ducha ante el aumento de la temperatura ambiente, señala Jiménez Cisneros.

- La lucha por el agua -

Esas perspectivas ponen en primer plano la necesidad de adaptación.

Eso significa ante todo cuestionarnos acerca de nuestro uso del agua, promoviendo tecnologías poco consumidoras del líquido vital para las cisternas de los baños y las lavadoras; e ideando formas de reciclado para determinados usos, como la irrigación, señalan los expertos.

También será necesario en algunos casos construir diques y adaptar los códigos de construcción.

La noción de riesgo "no debe ser tomada a la ligera", advierte el climatólogo Hervé Le Treut.

"Cuando los sismólogos dicen que hay riesgo de temblores de tierra, la gente generalmente lo asume y no construye casas (en el lugar); pero cuando se mencionan riesgos de sequía o inundaciones, hay tendencia a tenerlo menos en cuenta, porque la mateorología y la climatología suelen estar más asociadas a la idea de previsión que a la de riesgo", agrega.

Sin embargo, el IPCC advierte e su informe que el tema del agua es sumamente sensible y que en ciertas regiones hay riesgo de una "competencia" exacerbada entre usuarios: agricultores, industriales, sectores energéticos, simples consumidores.

La competencia puede provocar también tensiones entre países, como ya ocurre por ejemplo entre Egipto y Etiopía a causa de las aguas del río Nilo.

Hablar de futuras "guerras por el agua" sería exagerado, considera Richard Connor, especialista en agua de Unisfera, un gabinete de asesoramiento a gobiernos y ONG. Pero en algunos casos, reconoce, podrían producirse conflictos "en los que el agua sería la primera causa, aunque a menudo oculta...".

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