EVANGELIO DE MATEO

EVANGELIO DE MATEO
TODOS VERÁN AL HIJO DEL HOMBRE VENIR SOBRE LAS NUBES DEL CIELO CON GRAN POTENCIA Y GLORIA (MATEO 24:30)

jueves, 3 de diciembre de 2015

LA TRANSFIGURACIÓN DE JESUCRISTO






El acontecimiento de la Transfiguración

Los Evangelistas Mateo, Marco y Lucas relatan la Transfiguración de Jesucristo sobre el Monte Tabor, cuando Su aspecto exterior cambió y se hizo luminoso. La transfiguración aconteció seis días después que el Salvador predijo Sus sufrimientos en la cruz. La Crucifixión siguió unos cuarenta días después. He aquí, como relata el Evangelista Mateo la Transfiguración del Salvador:

"Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y a Juan , y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.

Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.

Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor. Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis. Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo. Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos. Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista" (Mat. 17:1-12).

La montaña, sobre la cual pasó la transfiguración, no es nombrada por los Evangelistas, paro la antigua tradición, unánimemente indica el monte Tabor, que se encuentra en Galilea, a 6 Km. hacia SE de Nazaret. Cerca de esta montaña Jesucristo pasó Su adolescencia, y posiblemente la subió varias veces y oraba sobre ella. Con su altura de casi 1 Km. el monte Tabor se eleva majestuosamente sobre las planicies circundantes, atrayendo miradas de los viajeros de todos lados. Desde su cima se abre la vista sobre el mar de Galilea y el río Jordán, que se encuentran al Este de él. Desde su base y hasta la mitad el monte esta cubierto por imponentes robles y pistachos.

El Salvador llevó Consigo no a todos Sus discípulos, sino solo a tres: Pedro, Santiago y Juan, dejando al resto de ellos a la base del monte. La subida al monte era fatigosa, y por eso, los apóstoles, que acompañaban a Cristo, se recostaron para descansar y se durmieron. El Salvador comenzó a orar y durante la oración Su aspecto externo cambió. Su rostro se iluminó como el sol y Su vestimenta se hizo blanca como la luz. Por la fuerte luz, los apóstoles se despertaron y vieron a su Maestro en Su Gloria celestial del Hijo de Dios. Su Divinidad resplandecía a través del cuerpo y los vestidos.

Con sorpresa, mirando al Salvador, los apóstoles vieron al lado de El a dos personajes desconocidos, que luego se aclaró que eran los antiguos profetas Moisés y Elías, que vinieron a Cristo desde el mundo invisible. ¿Porque vinieron justamente estos profetas?, los evangelistas no explican. Se puede suponer, que para los apóstoles y para todo el pueblo hebreo la aparición de los dos mas importantes hombres justos del Antiguo testamento era el testimonio de la dignidad Divina de Cristo. 

La naturaleza de la luz del Monte Tabor

La Transfiguración del Salvador sobre el monte Tabor fue percibida por Sus discípulos como luz. Aquella no era por cierto un flujo de partículas de la luz física, pero algo parecido a la luz. Esta luz brillaba mas fuerte que la solar, pero no quemaba, Además su brillo estaba acompañando por una sensación de extraordinaria paz y alegría. Era la visión del gozo del paraíso.

En Sagradas Escrituras a menudo la palabra "luz" se aplica a Dios y a lo que irradia de El: la verdad, los mandamientos morales y las obras de bien. Aquí la palabra "luz" se puede tomar en sentido figurado — significando una fuente vivificante. En realidad, lo que es la luz solar para el mundo físico, — es Dios para — el espiritual. Gracias a la luz vemos y conocemos el mundo, tenemos la posibilidad de movernos, desarrollarnos y crecer. La luz calienta y da vida a la naturaleza. Sin el sol nuestra tierra se convertiría en un cuerpo helado y sin vida.

De manera semejante, Dios es la luz para criaturas espirituales — ángeles y hombres. Con Su energía ilumina nuestra mente, nos da el conocimiento espiritual superior, vierte en nosotros la energía y la inspiración, calienta el corazón con el amor, dirige nuestra vida hacia buena meta. Todos los bienes espirituales los recibimos de Dios. Alejándonos de El nuestra alma se sumerge en las tinieblas y perece.

No hay comentarios:

Publicar un comentario