LA DINASTÍA DEL SANTO GRIAL
Apellidos que se repiten en la historia
No hay misterio más legendario que el del Santo Grial. En realidad no se sabe muy bien en qué consiste tal objeto. En general se identifica con el cáliz de la última Cena, o con aquel otro en el que José de Arimatea recogió la sangre que manaba del costado de Cristo, que a la postre bien pudieran ser el mismo.
En lo que la tradición no duda es en adjudicar a los templarios la custodia de su secreto, fuera éste cual fuese. En los romances sobre el Grial escritos en los siglos XII y XIII abundan las referencias en este sentido. El Parzival de Wolfram von Eschenbach identifica como templarios a los caballeros que defienden el castillo de Munsalvasche, donde se guarda el Grial. De otro famoso romance, titulado Perlesvaus, algunos eruditos afirman incluso que fue escrito directamente por un templario.
Pero lo que más nos interesa para seguir desvelando las claves de esta intriga es que, relacionados con el Grial, nos encontramos de nuevo algunos de los apellidos representados en el famoso cónclave presidido por el conde Hugo de Champaña en 1104. La corte del condado se asentaba en la ciudad de Troyes, sede eminentemente templaria y griálica. Templaria, entre otras cosas, porque allí se celebró el Concilio de 1129 que reconoció oficialmente al Temple como orden religioso-militar. La "Milicia de Cristo", como se la citaba frecuentemente. Y griálica porque a la corte de Troyes pertenecía el autor de El cuento del Grial, uno de los más conocidos romances sobre la materia. Se llamaba Chretien de Troyes, escribió su romance en el último cuarto del siglo XII y se lo dedicó al conde Felipe de Flandes, que era nieto por línea materna de Fulko de Anjou, uno de los asistentes al cónclave de 1104, templario de primera hornada y rey de Jerusalén en 1131. Además, en 1177 Felipe estaba en Tierra Santa, apoyando a su primo hermano Balduino IV, entonces rey de Jerusalén, del cual era presunto heredero.
Coincidencias significativas
¿Fue Balduino IV el "Rey del Grial"?
Balduino IV padecía la lepra y estaba tullido por una parálisis que apenas le ermitía moverse. Le llamaban el "Rey Leproso". Y en los consideren romances griálicos, la figura que custodia el Grial recibe el nombre de "Rey Tullido", pues padece una mágica enfermedad que sólo el Cáliz puede sanar. Este paralelismo ha hecho que muchos investigadores consideren a Balduino IV como el Rey del Grial en esas fechas.
EL LINAJE SAGRADO
EL LINAJE SAGRADO
¿Tuvieron hijos Jesús y María Magdalena?
Si Jesús era rabino, debía estar casado, ya que la ley judía, la Mishna, establece que "un hombre soltero no puede ser maestro "
Para muchos investigadores, el Grial es el símbolo de María Magdalena como esposa de Jesús y madre de sus hijos. Un matrimonio dinástico que unía las casas reales de Benjamín y de Judea, luchando por arrancar a los invasores romanos el trono de Jerusalén que pertenecía a su sangre.
Que Jesús era descendiente del rey David y, por tanto, rey legítimo de Israel, lo dicen los Evangelíos canónicos y el INRI que coronaba la cruz. Que estuviera casado con María Magdalena no lo dicen, pero es muy probable, ya que si era maestro de la ley (rabino), debía estar "obligatoriamente" casado, puesto que la ley judía, la Mishna, establece que "un hombre soltero no puede ser maestro". Pero también hay otros textos que así lo indican.
Los investigadores han rastreado la posible descendencia de Jesús, y han creído encontrarla en una línea que, a través de los reyes merovingios, se continúa dando nacimiento a las familias que formaron la nobleza y las primeras casas reales europeas. A este linaje sagrado pertenecería Godofredo de Bouillón, conquistador de Jerusalén, que recuperaría así un trono al que tenía derecho de sangre. Y también compartirían esa sangre los Capeto, los Habsburgo, los Aragón, los Anjou...
¿Qué dicen los romances medievales del Grial sobre esto? Los estudiosos encuentran una curiosa evolución en el nombre de este objeto. En los textos más antiguos se le denomina Sangraal o Sangreal, palabra que se descompone en dos: San Greal, esto es, Santa Copa, pasando a identificarse entonces con el Santo Cáliz. Pero los investigadores opinan que el sentido de la palabra Sangreal no era ése, sino Sang Real, es decir, Sangre Real, aludiendo a la estirpe davídica a la que pertenecían los hijos de Jesús y María Magdalena.
En los romances medievales hay una verdadera obsesión por presentar a los buscadores del Grial como descendientes de este linaje. Así, en La Demanda del Santo Grial, se presenta a Galaz como "del alto linaje del rey David". En Lanzarote del Lago, se dice que el origen de este caballero "es el del rey David". Y en La Muerte de Arturo, de Malory, se afirma que "Lanzarote viene del octavo grado de nuestro Señor Jesucristo, y Galahad del noveno". Es decir los hacen descender directamente de Jesucristo.
Pero hay más. Wolfram von Eschembach, en Parzival, presenta a su héroe como "un Anjou de esclarecida estirpe". De manera que tenemos aquí, otra vez, uno de los nombres ya citados en el enigmático cónclave de Champagne: un Anjou de estirpe davídica, considerado como posible descendiente de Jesús y de María Magdalena.
Puede que el Grial no fuera otra cosa que la secreta existencia de esta estirpe sagrada. En el Perlesvaus, el Grial se describe simplemente como un secreto relacionado con Jesús, algo que debe guardarse porque no hay que "descubrir los secretos del Salvador" como tampoco se tiene que descubrir a quienes "les corresponde guardarlos", frase que alude a los templarios.
Ocultando el Grial
¿Poseían los cátaros la reliquia?
Igual que sucedía con los templarios, de los cátaros también se decía que estaban en posesión del Grial. Sin embargo, cuando en marzo de 1244 cayó el castillo de Montségur, última resistencia cátara, los cruzados no encontraron nada que se identificara con el Grial.
La tradición asegura que algunos defensores consiguieron salvar este secreto escapándose de la fortaleza por los escarpados riscos.
Las ruinas de los castillos cátaros de Puivert Termes, Arques, Peyrepertuse... salpican hoy el Languedoc. En ellos se alzan los restos del castillo de Blanchefort, familia a la que pertenecía el sexto Gran Maestre del Temple.