Un paisaje casi extramundano, compuesto de cientos de terrazas de travertino que parecen ser como cascadas petrificadas, que parecieran estar congeladas de no ser por el clima temperado, es el que caracteriza Pamukkale, una colina que desciende hacia el valle del río Menderes, en la región Egea de Turquía.
Las propiedades curativas de sus aguas minerales han sido usadas por milenios y muchas religiones les han atribuido cualidades milagrosas.
De allí que sobre estas terrazas se construyera Hierápolis, llamada la “ciudad santa”, que además de templos se convirtió en un gran balneario romano, cuyos restos, aunados a este singular paisaje, son hoy Patrimonio de la Humanidad por UNESCO.
PAMUKKALE
Pamukkale significa “castillo de algodón” y es que la forma suave de los travertinos que la cubren, una roca formada por sedimentos depositados por el agua mineral, asemeja copos de algodón. De alguna manera me recordó a las salineras incas en Maras, Perú, sólo que en el caso turco el agua es rica en carbonato de calcio.
Al caminar por estas terrazas puede sentirse la consistencia gelatinosa del agua en proceso de sedimentación, parecida a lo que en términos constructivos se llamaría una “lechada de yeso”. El agua es tibia en esta zona, unos 30°C, aunque en otras áreas del complejo puede llegar a los 100°C.
Las aguas minerales tienen efectivas cualidades medicinales para aliviar enfermedades del corazón, arteriosclerosis, reumatismo, hipertensión, problemas circulatorios, agotamiento físico y mental e inclusive puede aliviar problemas digestivos cuando se ingiere. Pero además de las aguas hay sectores con emanaciones de gases venenosos, por lo que esta combinación entre benéfico y letal hizo de este lugar ideal para convertirse en un paisaje sacro.
No obstante, aguas termales y emanaciones gaseosas son indicativas de actividad geológica, por lo que esta zona fue sacudida periódicamente por violentos terremotos, y las ciudades y edificios aquí erigidos sido reconstruidos varias veces, hasta quedar finalmente abandonados y cubiertos por la pátina del tiempo, que la arqueología moderna se encargaría de descubrir.
El agua reflejada en estas pozas blancas adquiere diferentes tonos durante el día, apareciendo turquesa durante la mañana hasta teñirse gradualmente de tonos dorados y violáceos al atardecer. Además de sus propiedades medicinales, el lugar transmite un poderoso y casi mágico efecto estético.
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HIERÁPOLIS
Un antiguo templo dedicado a Hiera, la nuera de Hércules, dio lugar a la fundación de Hierápolis (la ciudad de Hiera), fundada por Eumenes II, rey de Pérgamo (197-159 a.C.). Posteriormente en 133 a.C. la ciudad fue entregada a Roma, siendo parte de la provincia Romana de Asia Menor.
Hierápolis fue completamente reconstruida en estilo romano luego de que fuera devastada por terremotos en el 17 d.C. y 60 d.C., adquiriendo su forma actual. Esta es la época dorada de la ciudad, desarrollándose como un balneario popular entre los ciudadanos romanos.
Hierápolis fue también una de las primeras comunidades cristianas, que floreció aquí ya en en 40 d.C. pocos años tras la muerte de Cristo. La ciudad es mencionada por San Pedro en su Carta a los Colosenses, y aquí habitó el apóstol Felipe, quien fuera ejecutado en el año 80. Un martirium, cuyo diseño revisaremos posteriormente, fue erigido en el lugar donde supuestamente San Felipe fue crucificado de cabeza.
Posteriormente la ciudad cambió de manos romanas, a bizantinas, árabes, cristianas y turcas, ganando y perdiendo importancia de acuerdo a los cambios de rol en la geopolítica de las naciones a través de los siglos. Finalmente abandonada en el siglo XV y la ciudad fue cubierta por una gruesa capa de caliza. Fue redescubierta por arqueólogos alemanes en 1887, y tuvo una extensa excavación por un equipo italiano a partir de 1957.
TRAZA URBANA
La ciudad se organiza paralelamente a las formaciones de travertinos, en una dirección predominante este-oeste. La trama urbana de la ciudad helénica original sigue la forma de una grilla de 300 x 300 m, de acuerdo a la ideada por Hipodamo en la ciudad de Mileto. De esta forma se impone un constructo abstracto sobre la topografía como de apropiarse del espacio.
La calle principal, de 1500 m de largo por 13.5 de ancho, que albergaba los edificios más grandes, centros comerciales y monumentos, discurría de Norte a Sur. A lados de ella había una portada monumental, flanqueada por dos torreones de piedra de base cuadrada. El resto de calles eran más bien estrechas, tenían 3 m de ancho. La reconstrucción romana siguió este principio, definiendo el Cardo y el Decumano, las dos calles principales de la ciudad.
La salida norte remataba en un arco triunfal de tres secciones, con una inscripción al emperador Domiciano en el 85 d.C. (el mismo emperador que construyera en Roma el enorme estadio que luego devendría en la Plaza Navona).
PRINCIPALES EDIFICIOS
Teatro
El teatro original fue construido cerca a la puerta norte, luego del terremoto del año 17 d.C. Sin embargo, este sería destruido 43 años después por otro terremoto.
Durante el reinado de Tito, el mismo que culminara el Coliseo en Roma, se erigió un nuevo teatro utilizando los restos del antiguo (por lo general los romanos solían erigir estructuras compuestas de arcos para crear sus teatros, como en Roma y Gerasa. Algunas remodelaciones, incluyendo juegos de agua, fueron incluidos en 352.
Sin embargo en Hierápolis, al igual que en Petra, los teatros se construyeron al estilo griego, es decir, empotrados en la ladera de los cerros). El teatro, de 100 m de largo, está definido por una fachada en arquería.
Está compuesto por un conjunto de graderías semicirculares (cavea) con capacidad para 15,000 espectadores en torno a un espacio central (orquesta).
Este auditorio, como en el caso del coliseo Romano, era una representación de la sociedad, y cada clase del espectro social tenía su lugar claramente ubicado en el edificio. Un corredor horizontal central (diazoma) y 8 pasajes verticales proveían la circulación al auditorio.
Frente a ellas, un elaborado proscenio de dos pisos se halla ricamente decorado con 60 altorelieves de mármol de 70-90 cm además de estatuas representando a dioses como Artemisa, Dionisio y Apolo.
En cada una de las 6 entradas, que se llamaban vomitoria (el lector puede asociar el vocablo castellano “vomitar” con el acto de expeler algo rápidamente, precisamente la función de estas puertas) habían conjuntos escultóricos de 6 imágenes que se guardaban en nichos.
En sus alrededores se encuentran las ruinas del Templo de Apolo, otrora el templo más importante de Hierópolis pero del que hoy sólo quedan sus cimientos.
Plutonio
Si bien las aguas termales de Pamukkale sirvió a los sacerdotes romanos y luego cristianos para promover curas milagrosas, el oráculo romano de Plutonio sirvió para sugestionar a las personas, haciéndoles creer que éstos tenían influencia sobre la muerte.
Plutonio era “el lugar de Plultón”, el dios de las profundidades, y se refería a una estrecha cueva de la cual emanaban gases volcánicos venenosos, particularmente dióxido de carbono, tanto que cualquier persona que entrara moría de asfixia. Únicamente los sacerdotes eunucos de Cibeles eran capaces de entrar y sobrevivir, demostrando sus poderes milagrosos a la población. En realidad los que hacían era contener la respiración hasta llegar a zonas donde había bolsas de oxígeno. Esta práctica se abandonó cuando el Cristianismo se convirtió en la religión dominante, alrededor del siglo IV, y ha permanecido cerrada desde entonces.
Las Termas del Norte
Al igual que en el caso de las Termas de Caracalla, los baños eran espacios de congregación social, más aún en este caso que disfrutaban de la fama de tener propiedades milagrosas
Sobrecoge la escala del edificio, dispuesto a enfatizar el poder imperial. Las paredes y bóvedas estaban cubiertas de mármol o de una combinación de caliza y arena que parecía mármol.
A partir del siglo V los baños fueron convertidos en una iglesia.
La Piscina De Cleopatra
Con este sugestivo nombre se conocen unos baños termales de aguas minerales curativas, pero que tienen la particularidad de tener restos de edificios clásicos en el agua, algo que lo convierte en los baños termales más singulares que haya visto. Esta piscina, que se dice que fue un regalo a la reina egipcia, era parte de un hotel que se ubicaba aquí junto a muchos otros resorts. Luego de la declaratoria de la UNESCO, todos estos hoteles –que habían hecho mucho daño a las ruinas arqueológicas como al paisaje en sí- fueron demolidos.
Las Termas Del Sur
Este complejo, donde ahora funciona el museo de Hierápolis, consistía de una palestra y de los baños. Ingresando a través de la palestra se podía acceder al Frigidarium (baños fríos), el Tepidarium (baños templados) y Caldarium (baños calientes). El conjunto abovedado, de 52 x 36 x 12 m contenía un gran salón que conducía a un grupo de habitaciones reservadas para los emperadores.
El Martiryon De San Felipe
Tal como en el caso de Torcello en Venecia, un martiryon es un lugar donde se veneran los restos de un mártir. El caso de Hierápolis se erigió aquí un martyrion para conmemorar a San Felipe uno de los doce apóstoles, que murió aquí en el año 87. Sus hijas continuaron su prédica y estaban sepultadas junto a él.
Tipológicamente además es un edificio muy interesante. Inscrito en un cuadrado de 20 x 20 m, en cuyo centro se hallaba inscrito un octógono de techos de madera, que circundaba un espacio cilíndrico cubierto con una cúpula, donde estaban los restos del santo. El octógono acogía ocho capillas, que acogían a numerosos peregrinos en los primeros años del Cristianismo. Un edificio simétrico, claramente centralizado.
Además de estas estructuras se encuentran en la zona varias necrópolis, que albergan numerosas tumbas en forma de túmulos, sarcófagos y casas, desde el periodo helenístico, romano y cristiano. Inclusive se han encontrado numerosas inscripciones en hebreo, ya que los judíos constituyeron aquí una comunidad importante luego de la Diáspora. Al parecer este paisaje imponente, tan famoso como lugar de descanso y relajamiento, era también un sitio predilecto para el último reposo.