Nueva York, Día 29/03/2014 - 14.14h
Entrevista con el genetista de la Universidad de Nueva York que ha liderado la fabricación del primer cromosoma sintético.
Ayer, el profesor Jef Boeke no pudo pasar mucho tiempo en el laboratorio. Dedicó el día a atender a llamadas y visitas de medios de comunicación de todo el mundo, entre ellos el periódico ABC, desde su oficina en el Langone Medical Center de la Universidad de Nueva York (NYU). Su nombre se coló en todos los periódicos e informativos a nivel global por liderar el grupo de científicos que ha logrado fabricar el primer cromosoma sintético de la levadura, un organismo vivo complejo. «No, definitivamente esto no es crear vida artificial», explica sobre su logro de construir un cromosoma e introducirlo en una célula de levadura. «Es como crear un nuevo programa de software y meterlo en el ordenador».
Lo interesante es que el equipo de investigadores de todo el mundo liderado por Boeke han podido construir un cromosoma funcional sin imitar a la Naturaleza. Los científicos, que han publicado su descubrimiento esta semana en la revista «Science» introdujeron cambios en las secuencias de nucleótidos, los ladrillos químicos que forman los genes, sin que eso afecte al organismo.
Boeke reconoce que es «el siguiente gran paso en investigación genética» y lo compara con otro hito científico de nuestro tiempo, la creación de una célula sintética por parte deCraig Venter. En aquel caso, Venter reconstruyó todo el ADN de una bacteria, un organismomenos complejo que la levadura, cuya complejidad genética es similar a la de los animales y plantas. Buscando un símil en la escritura, Boeke asegura que «Nosotros hemos sido capaces de escribir capítulo a capítulo, podemos escribir diferentes libros. Craig Venter escribió un libro de una vez». La consecuencia, según Boeke, es que el resultado fue que Venter «acabó creando algo muy conservador, una bacteria muy similar a la bacteria real, lo que no condujo directamente a desarrollar otros líneas de trabajo útiles».
Con la colaboración de estudiantes de primeroBoeke no tiene reparos en comparar también la diferencia de recursos entre ambas líneas de investigación. Venter dedicó 15 años y 40 millones de dólares en construir la célula sintética, mientras que el investigador de NYU -aunque el proyecto comenzó en Johns Hopkins- sólo ha contado con «entre dos y tres millones de dólares» y la colaboración de una extensa red de colegas, muchos de ellos estudiantes en sus primeros años universitarios.
Para el investigador, el descubrimiento proporciona «ante todo, una gran plataforma para la investigación de biología básica y para la creación de productos biotecnológicos». A corto plazo, se podrá utilizar en la industria del alcohol para diseñar levaduras que toleren mayores volúmenes de alcohol o en la industria energética para conseguir biocombustibles más eficientes.
El siguiente paso en su trabajo será construir el genoma sintético completo de la levadura, «que se podría conseguir dentro de dos o tres años. La síntesis de ADN es cada vez más barata», explica. Entonces, se abrirá un inmenso abanico de posibilidades en el que se podrán introducir genes de otros organismos y lograr nuevas capacidades e incluso ampliar la investigación a animales y plantas.
Dilemas éticos
¿Este avance nos pone más cerca de ser capaces de construir el genoma de un ser humano? Boeke no niega estár «más cerca», pero lo descarta, además de por consideraciones éticas, «porque no sabríamos qué hacer con ello. Sería demasiado complejo».
Se podría construir un genoma humano«Donde sí se conseguirán grandes mejoras es en terapia génica, dentro de cinco o diez años», reconoce el investigador, cuyo trabajo también podría permitir el avance en el diseño y producción de antibióticos.
Boeke continuará su trabajo para fabricar el genoma completo de la levadura durante los próximos años con científicos e instituciones de China, Singapur, Australia y Reino Unido y prefiere no poner límites a lo que la ciencia procurará en el futuro.
«Hace quince años, en una cafetería de la Universidad de Stanford discutía con un colega si algún día sería posible sintetizar el genoma. Nos parecía una locura, algo imposible. La ciencia cada vez nos sorprende más, es imposible saber qué será lo próximo», concluye.