Uno de los planetas menos estudiados y enigmáticos de nuestro Sistema Solar, Mercurio, ha quedado completamente cartografiado,fotografiado en su conjunto por la sonda espacial Messenger, que lleva en el espacio cerca de 10 años. Lanzada el 3 de agosto de 2004, para llegar a Mercurio tuvo que sobrevolar la Tierra el 1 de agosto de 2005.
El impulso gravitatorio de nuestro planeta la lanzó a Venus, sobrevolándolo dos veces, el 24 de octubre de 2006 y el 5 de junio de 2007. Además, antes de estabilizarse en la órbita de Mercurio tuvo que sobrevolar a este planeta en 2008 y 2009. El 18 de marzo de 2011 consiguió entrar en órbita estable alrededor de Mercurio.Una nave debe ir a 104.607 kilómetros por hora para alcanzar al planeta, el más veloz de todos.
Es mucho más difícil y costoso mandar una nave a Mercurio que al resto de los planetas del Sistema Solar y uno de los grandes problemas con los que se enfrentan los técnicos de este tipo de misiones es la proximidad al Sol de Mercurio. Un planeta como Mercurio, que resulta ser el más pequeño del Sistema Solar y 2,6 veces menor que la Tierra, tiene muy poca fuerza de gravedad, limitando mucho la inserción en órbita de una nave, a lo que hay que sumar el intenso campo gravitatorio del Sol, que se encuentra del planeta a solo 58 millones de km.
Un fallo en la aproximación de la nave al planeta la llevaría directamente al Sol. Por ello, estas naves deben llevar combustible extra para maniobrar. Además debe soportar el intenso calor del Sol, el bombardeo de las partículas solares y el estar expuesta a las inmensas llamaradas solares, ya que está en primera línea de fuego, todo un reto.
La sonda Messenger se localiza en una órbita muy baja sobre la superficie de Mercurio, de tal forma que su velocidad orbital es muy alta y las fotografías que toma de su superficie se realizan a alta velocidad. De lo contrario, saldrían movidas. Messenger ha completado más de 3.000 órbitas. Ahora se encuentra a solo 200 km de altura sobre la superficie y completa una vuelta cada 8 horas. Se sitúa a la mitad de altura que la Estación Espacial Internacional.
Una vez que ha completado la cartografía de todo el planeta, con cientos de miles de imágenes y de la que desconocíamos completamente el 60% de la misma hasta la llegada de la sonda, Messenger se dedicará al estudio científico de la superficie del planeta hasta el fin de la misión, especialmente sobre la composición, magnetismo y gravedad.
Solo antes la sonda Mariner 10 pudo llegar a Mercurio sobrevolándolo en tres ocasiones; el 29 de marzo y el 21 de septiembre de 1974 y el 16 de marzo de 1975. Por primera vez veíamos Mercurio de cerca, cartografiando entre el 40 y el 45% de su superficie y pudimos contemplar un mundo casi exactamente igual a nuestra Luna, completamente acribillado por cráteres. La parte que no fue explorada por la Mariner y sí por la Messenger, nos ha mostrado un poco más de lo mismo; cráteres formados en los primeros momentos de la creación del Sistema Solar, hace unos 4.000 millones de años, cuando la lluvia de cometas, asteroides y desechos era la tónica predominante en nuestro incipiente sistema planetario.
El gran bombardeo que duró millones de años, denominado “bombardeo intenso tardío”, tuvo consecuencias en nuestro Sistema Planetario. Algunas teorías apuntan a que no existían los 8 planetas actuales, sino decenas de ellos, que fueron destruidos por enormes impactos. Uno de los planetas que se salvó de tan intenso bombardeo fue la Tierra, que chocó con un planeta la mitad de grande que ella. Quedó fundida en su totalidad y tras el impacto, una parte de la Tierra y del planeta que colisionó saltó al espacio, para luego unirse y formar la Luna.
El gran bombardeo inicial se hace patente no sólo en Mercurio o la Luna, sino en todos los planetas y satélites que no tienen atmósfera o una actividad geológica que limpie esas huellas del pasado. Hay cuerpos de pocos km de diámetro que están completamente cubiertos de cráteres, lo que nos da una idea de la intensa lluvia de escombros que cayó por todas partes de nuestro Sistema Solar.
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