by maestroviejo
En las leyendas chinas se asegura que “los primeros hombres llegaron a la Tierra en huevos de oro rojo” y están plagadas de descripciones de aparatos aéreos ascendiendo y descendiendo estruendosamente y de combates aéreos entre dioses muy al estilo de las crónicas hindúes ( dos de las tradiciones más antiguas de la Tierra ).
Principalmente se encuentran detalladamente descriptas en el Feng-Shen-Yen-i, el Liu-Shi-Ch’un-Ch’iu, en “Ciencia Natural” y más recientemente ( año 2 ) en el Nuevo Libro de Los Tang.
La tribu adjanti, en África cree que los dioses enviaron desde los cielos siete humanos para poblar el mundo. Los Torut por su parte adoran un dios que tenía apariencia humana pero era alado y otro que poseía nueve pies que eran como rayos.
En Tibet se describe un “huevo cósmico” que “sin tener manos ni pies tenía la facultad del movimiento.Sin poseer alas, podía volar.
Cuando finalmente se rompió su cáscara, del huevo salió un hombre”.
Las leyendas japonesas contenidas en las crónicas Kojki, Nihongi y Kujiki narran el descenso de ocho dioses desde el cielo y su posterior regreso, en un aterrizaje acompañado de humo y ruidos producto del poder de su naturaleza divina. Relatan que durante un largo período los dioses que bajaron del cielo mantuvieron contacto con los emperadores humanos
Los esquimales poseen tradiciones que aluden a la presencia de seres primigenios de estatura muy superior a la de los hombres que volaban en sus “casas mágicas” que con su fuego “hacían arder instantáneamente la nieve”.
Una de las leyendas y tradiciones más intactas que se conoce es la de los indios Hopi, que actualmente sobreviven en Arizona, Estados Unidos.
Sus dioses celestes se llamaban KATCHINAS, y procedían de “un sistema de doce planetas”(sic) muy alejado de la Tierra que utilizaban “escudos voladores” con “forma de lentejas”, y que no necesitaban recargar gasolina, sinó que utilizaban algo que los indios describen como “una especie de fuerza magnética”
Las epopeyas hindúes son las más completas y abundantes: en el Mahabharata y el Ramayana hay explicaciones que rayan lo científico sobre las naves de guerra que utilizaban los dioses en sus enfrentamientos entre sí (“vimanas”) hasta tal punto que varias universidades hindúes están trabajando en proyectos aeronáuticos actuales tomando como referencia la información que ofrecen los textos sánscritos.
En Palenque, México, un hallazgo de solidez indestructible, debería ser prueba definitiva de la fascinante teoría de los antiguos astronautas: dentro de la pirámide de Palenque, se encuentra el sepulcro en el cual, según está explicado en la propia tumba, descansan los restos momificados del dios Kulkulkan ( lo confirman además sus suntuosos objetos fúnebres ), llamado también El Señor de Palenque o El Hombre de la Máscara de Jade.
Los “dioses de cabeza redonda” constituyen una hipótesis fascinante que se refuerza con múltiples indicios provenientes de distintas partes del mundo referentes a la posible irrupción de seres espaciales en el remoto pasado. La incógnita persiste. Aún hoy – la inhóspita meseta sahariana el gran dios astronauta permanece indeleble en la pared de roca. Su silueta recortada con cerco rojo duplicado con cerco amarillo, es acaso un testimonio mudo de seres que llegaron de las estrellas; de inteligencias superiores provenientes de algún lugar remoto del cielo, inconcebible para nuestras mentes. Condicionadas para percibir sólo un fragmento de la totalidad.
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