Hoy el estado en que se encuentra la Jerarquía de la Iglesia Católica lleva a la humanidad a mantenerse atenta ante este hecho, que de por sí es relevante, ya que, quiérase o no, involucra a todo la humanidad, cristianos o no, creyentes o no creyentes.
Las Profecías se han referido a todos los que habitamos este Planeta, por lo cual no podemos dejar de lado el cumplimiento de las mismas; éstas no han sido reveladas para un sector de criaturas sino involucran a todas las criaturas humanas.
Guste o no guste, simpatice o no con los que dirigen el Vaticano, los signos no se pueden colocar para un sólo sector de la humanidad. Todos participaremos directamente de las consecuencias funestas: persecuciones, hambrunas y demás que se darán a raíz de la apostasía y el desacato a lo que Cristo predicó.
Sé que existen fuerzas espirituales malignas que se mueven sobre nosotros, y que el hombre no alcanza a mirar y quizás ni a sentir. Estas fuerzas han aprovechado este estado de revuelo en el Vaticano para sembrar más negatividad en el mundo y lacerar a Cristo nuevamente con expresiones que no son dignas de un hijo de Dios, llámese o no católico.
Esta adversidad no es un hecho doloroso, sino ha logrado traer a la luz el lado canceroso de la Jerarquía del Vaticano, para que miremos que los tiempos anunciados son los que estamos viviendo y no como algunos creen, que vivimos y tenemos un futuro muy promisorio.
El tener consciencia de la realidad es una ventaja que nos hace no esperar para actuar, sino que siendo prevenidos por el Cielo, seamos abiertos, sin mantenernos entre bambalinas y no nos apeguemos a una verdad que pretenden que asumamos.
Cada uno con su esfuerzo y disposición debe disponerse a mirar y aceptar lo que es correcto o no, sin ser fanático, sino fiel a Cristo. Y en esa fidelidad mantenernos abiertos a las Directrices del Cielo y no caer en extremos que hieran más al Cuerpo Místico.
No podemos cerrar los ojos, ni la mente, ni el corazón y continuar sin querer mirar que una sociedad secreta (la masonería) se ha apoderado de los altos cargos en el Vaticano, guiando a nuestra Iglesia a este instante en que todo está saliendo a la luz.
Debido a esto el Pueblo de Cristo debe conocer a profundidad la Doctrina verdadera para no aceptar cambios, que en su trasfondo son contrarios a la Voluntad Divina y que llevarán a entregar la Sede de Pedro al antipapa, el cual deformará en su totalidad la Doctrina de la Iglesia, terminando por entregar la Sede de Pedro al mismo anticristo. Con esto no quiero decir que el próximo Pontífice que sea elegido sea el antipapa; debemos esperar la Palabra del Cielo. Como cristianos tenemos que leer entre líneas para no seguir los modernismos y los desacatos y las ofensas a la Santísima Trinidad.
En este instante, el católico no puede ser ignorante sino conocer la letra menuda de la Doctrina Correcta, para no caer en ofensas mayores a la Cabeza del Cuerpo Místico.
No continuemos sin mirar lo que acontece al derredor en el mundo, ya que el maligno aprovecha que el hombre se mantiene con la mirada en el Vaticano para hacer sus maniobras bélicas en uno y otro lugar de la Tierra, tomando desprevenida a la humanidad.
Una guerra que se aproxima es el marco que se asoma en un panorama sombrío, al cual combatiremos únicamente con la unidad y con una mente abierta a la Verdad Crística. En efecto, Cristo ha entregado a la Madre Santísima a todos Sus hijos, para que como Reina y Soberana de todo lo creado, aplaste la cabeza del mal y así libere al Pueblo de Dios de la opresión del demonio.
El crisol logra quemar la cizaña y lo que no se mira sino sólo al microscopio. Esto no nos debe atemorizar sino nos debe llevar a adorar a Dios. Y como somos Su Pueblo jamás nos quedaremos solos. Claro que es necesaria la fe en Aquél que todo lo puede, que mora dentro de nosotros y del cual somos Sagrarios Vivientes.
Su hermana en Cristo, Luz de María.
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