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22-04-13 | Política
En una carta que debía publicarse si ocurría “un incidente”, el banquero Ettore Gotti Tedeschi, forzado a renunciar, culpa al secretario de Estado de conspirar en su contra
Un memorándum redactado por el economista que dejó la dirección del Instituto de Obras Religiosas (IOR) -el banco del Vaticano- está en manos de la Fiscalía de Roma desde hace un año. Había otra copia, que Ettore Gotti Tedeschi entregó a su secretaria para que la hiciese pública sólo si ocurría “un incidente de cualquier tipo, en cualquier circunstancia o momento”. El documento debía ser enviado también a monseñor Georg Gänswein, secretario privado de Benedicto XVI –hoy al servicio de Francisco- para que se lo entregara al Papa emérito.
Aunque ningún incidente tuvo lugar, el documento llegó a los medios italianos, que lo reprodujeron.
El Corriere della Sera, por ejemplo, sostiene que, en el memo, Gotti expone su posición en relación con la nueva ley vaticana sobre blanqueo y revela los nombres de quienes sabotearon su trabajo al frente del IOR: Paolo Cipriani, director general de la institución, y Marco Simeon, director de RAI Vaticano, la sección encargada de la información religiosa en la televisión pública italiana. Este último es un hombre de total confianza del cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de la Santa Sede (en la foto, con Benedicto XVI), de momento confirmado en el cargo por Francisco.
Gotti dice que Simeon quiso intimidarlo varias veces luego de fracasar en convencerlo de que cambiara de posición en materia de blanqueo: “Usted será el responsable de la desaparición del IOR”, le habría dicho.
El banquero expresa, además, su preocupación por la indiferencia de Bertone ante esta situación, de la cual estaba informado, y denuncia que el cardenal lo calumnió, diciéndole a monseñor Gänswein que él (Gotti) había hecho comentarios negativos sobre Benedicto XVI. “Sólo la inteligencia, la perspicacia y la buena fe de Gänswein me permitieron aclarar la calumnia”, escribe Gotti.
En definitiva, lo que revela este documento es una verdadera guerra en el interior del Vaticano que involucra a varios personajes del vértice de la Iglesia, tanto religiosos como civiles, y de la cual el control del Banco Vaticano era el botín. Cabe recordar que esta intriga es mencionada como uno de los posibles desencadenantes de la renuncia de Benedicto XVI. Abrumado por una sucesión de escándalos, y en consideración a su edad, Ratzinger habría tomado la decisión de dar un paso al costado.
“Este memorándum debe salir de su archivo sólo en caso de incidente de cualquier tipo, en cualquier circunstancia o momento, y ser consignado a tres personas, además de a don Georg”, escribió el banquero.
Gotti Tedeschi dice: “(Decidí escribir el memo) porque en los últimos días he sido objetivo de ataques específicos a través de los medios, blogs, sms y verbalmente; y como en Vat (Vaticano) se tiende a disminuir todo, quiero recordar que dichos ataques tienden a derrumbar mi credibilidad y reputación presentándome como un traidor: he publicado documentos reservados (míos), he hecho la ley antilavado y constituido la AIF en acuerdo con la Banca de Italia para destruir las finanzas vaticanas (recuerdo dos advertencias de Simeon y Cipriani: ‘Usted pasará a la historia como el que ha destruido el IOR’)”.
Gotti habla de “más intentos de intimidación por parte de Simeon, de Cipriani y del abogado Lena”, a quien describe como “una mezcla entre agente secreto y comisario del film La pantera rosa”.
“Soy o me siento espiado. Lena sabe a quién veo. Todas mis visitas son informadas a Cipriani, mis mail son abiertos y leídos”, denuncia el ex titular del IOR, quien ya en el pasado había expresado temor por su seguridad.
Cabe recordar que Ettore Gotti Tedeschi había sido designado en 2009 para enderezar las cuentas del Banco Vaticano, bajo observación por no cumplir con normas internacionales contra el lavado de dinero. En esa tarea enfrentó varios conflictos, tanto internos como externos (había sido puesto bajo investigación por la magistratura de Roma en lo que fue denunciado por el Vaticano y por él mismo como una maniobra de descrédito). Su propósito, decía, era volver a poner a la Santa Sede en la lista blanca de Estados que respetan las normas antilavado de fondos.
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