Hay un refrán que dice que: los generales preparan las guerra del pasado, mientras que los científicos inventan las guerras del futuro, y en Rusia eso es así.
No es un secreto que los nuevos diseños y tecnologías surgen en los laboratorios militares. En la Unión Soviética había muchos de esos centros de investigación. Por ejemplo, el laboratorio del coronel Bazhánov y la unidad secreta Nº10030 del teniente general Savin, anexa al Estado Mayor General. A consecuencia del desmoronamiento de la URSS, esos trabajos, la mayoría de ellos, secretos quedaron ocultos en los archivos y es posible que estén esperando la hora para reaparecer.
La lista de posibles superarmas incluye armamento psicotrópica, de flujos, de ondas, climáticas. Por ejemplo, los generadores energéticos diseñados en el laboratorio de Bazhánov podían influir con su irradiación en la naturaleza del agua o del combustible. Durante un experimento esas irradiaciones paralizaron la marcha un batallón de tanques: el combustible diesel de las máquinas perdió sus propiedades. Pero son los periodistas occidentales los que manifiestan su inquietud con motivo de que Rusia posee tal arma, dijo a La Voz de Rusia el experto militar y subdirector de Yezhednievny Journal (Revista Diaria), Alexander Golz:
—En los informes de los servicios de Inteligencia de EEUU, que con regularidad son presentados en el Congreso, no se demuestra ninguna inquietud con respecto a los programas militares de Rusia. A ellos les preocupan los programas militares de China. Para crear semejante arma se requiere un gran avance en las investigaciones fundamentales, como en el caso de la creación de la bomba atómica, por ejemplo. Es más o menos evidente que en el ámbito armamentístico Rusia denomina nuevas tecnologías a las diseñadas a fines de la década de los ochenta y son nuevas únicamente porque no fueron utilizadas y realizadas en los años noventa.
Por lo demás, nadie desdeñó la eficacia de estas tecnologías, que ahora pueden sentar las bases de nuevos proyectos, más aún si se tiene en cuenta que muchos trabajos científicos décadas enteras esperaron su aplicación práctica. Basta recordar los semiconductores de Zhorés Alfiórov, que muchos años después de su creación se convirtieron en elementos insustituibles de las computadoras y de todos los demás dispositivos electrónicos modernos. El campo de aplicación de las tecnologías de doble uso es extraordinariamente amplio.
Al mismo tiempo, los expertos son muy cautelosos con respecto a todo lo nuevo que puede aparecer en los arsenales rusos en los próximos decenios. Como mínimo es prematuro discutir sobre esto, dijo a nuestra emisora el director de la revista Natsionálnaya Oborona (Defensa Nacional), Igor Korotchenko:
—Nosotros recién estamos enfocando dicho problema desde el punto de vista de la evaluación de la realidad de que aparezca tal arma en nuestro país y en manos de nuestros enemigos potenciales. Por cierto que al evaluar el desarrollo del pensamiento técnico-científico en el exterior, vemos que varios diseños de armas sobre nuevos principios físicos se están ejecutando activamente en otros países, y sobre todo en EEUU, en los países de la OTAN y China. No podemos permanecer al margen de dicho proceso. Puedo decir, por ejemplo, que tenemos una buena base tecnológica para el arma láser. Por otra parte, es contraproducente para nosotros incorporarnos a una carrera armamentista. Por eso la respuesta rusa será equilibrada, se basará en medidas asimétricas y además poco costosas.
Sea como sea, todos los trabajos en tal sentido permanecerán en secreto, incluso en el caso de que surja la necesidad de su aplicación práctica. De modo que todas las discusiones abiertas sobre las superarmas equivalen a interpretar en una taza los sedimentos del café.
Autor: Nikita Sorokin
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