Por Marcia Dunn
El programa de vuelos espaciales de mayor duración en Estados Unidos llega a su fin esta semana con la tripulación más reducida en décadas. Los próximos viajeros, tres hombres y una mujer, estaban en la secundaria y la universidad cuando el transbordador efectuó su primer viaje al espacio hace 30 años.
La tripulación pasará a la historia como la última de una era que comenzó en 1981 con la travesía audaz de un par de astronautas en el transbordador.
Aquella odisea de dos días sin que la nave hubiera efectuado un vuelo de prueba abrió las puertas hacia el cosmos a mujeres, minorías, científicos, profesores, políticos y hasta un príncipe.
La tripulación del Atlantis efectuará el viernes el 135 y último vuelo de un transbordador de la Nasa. Pasarán muchos años para que Estados Unidos reanude los vuelos con una nave espacial.
El comandante Christopher Ferguson, el copiloto Douglas Hurley, Rex Walheim y Sandra Magnus se consideran afortunados.
“Nos sentimos muy honrados de estar en esta posición. Muchos desearían estar aquí”, dijo Ferguson, capitán retirado de la Armada estadounidense. “Cuando cayeron los dados, nuestros nombres estaban arriba”.
Los directores de la Nasa buscaban veteranos en vuelos espaciales con el fin de conjuntar esta tripulación reducida para el último viaje de un transbordador con suministros a la Estación Espacial Internacional.
Los integrantes de la tripulación acumulan siete viajes al espacio entre todos. Forman un grupo colorido y elocuente que rebasa los 40 años de edad y acepta los reflectores.
Ferguson toca la batería en una banda de rock’n roll de astronautas. Hurley es un apasionado de las carreras automovilísticas de la serie Nascar, y una prima de él está casada con el jefe de la tripulación, Greg Zipadelli.
Walheim fue controlador de vuelo para los transbordadores. Su esposa, diseñadora gráfica, crea el parche de la misión cada vez que él viaja al espacio, siempre en el Atlantis.
Magnus es quizá la primera chef fuera de este mundo: preparó galletas de Navidad y salsa para el Super Bowl en la estación espacial a finales de 2008 y principios de 2009. Como los buenos chefs, utilizó los ingredientes que tenía a la mano.
Esta tripulación fue reclutada originalmente para que fuera un equipo de rescate. La idea era que en mayo, en caso de un accidente grave en el último vuelo del Endeavour, Ferguson y sus compañeros viajaran a toda prisa a la estación espacial y trajeran de regreso a la tripulación.
Si el rescate no era necesario proseguiría el plan original: la tripulación de Ferguson simplemente permanecería en tierra y el Atlantis sería enviado a un museo con los otros transbordadores fuera de servicio.
Sin embargo, a principios de año la Nasa agregó otro vuelo .
Como de todas formas el Atlantis estaba siendo preparado para un posible rescate, la Nasa pensó en realizar un viaje cargado con alimentos y otras provisiones para dejar bien surtida durante un año a la estación orbital.
Pero se presentaba un nuevo inconveniente: ¿Qué pasa si el Atlantis registra averías? Ya no hay más transbordadores para rescatar a la tripulación.
La única opción viable son las naves espaciales rusas Soyuz. Las cápsulas pueden transportar un máximo de tres personas a la vez, y al menos uno de ellos debe ser ruso. Debido a ello la tripulación del Atlantis fue reducida a cuatro integrantes en lugar de los usuales seis o siete.
Será la primera ocasión desde 1983 en que la Nasa mande un transbordador con sólo cuatro viajeros.
Ferguson y sus compañeros están conscientes de la posibilidad —aproximadamente una entre 560— de quedarse varados en la estación espacial si el Atlantis registrara daños durante el vuelo.
Si esto ocurriera, sería necesario casi un año para traer al último de ellos. Hurley, infante de Marina, sacó la paja mas larga, por lo que a él le tocaría quedarse hasta el final.
La secuencia de los viajes se basa en las habilidades para el manejo del brazo robot y en caminatas espaciales, así como en la exposición acumulada a la radiación cósmica. Sólo este último factor impide a la astronauta Magnus, ex residente de la estación orbital, pasar mucho tiempo en el espacio.
Hurley, casado con la astronauta Karen Nyberg y con un hijo de un año, toma su suerte con optimismo.
“Si sucede así (que se tenga que quedar en la estación), yo recibiría una expedición (espacial) de un año a cambio de un entrenamiento de nueve meses. Así, esa es una ganancia muy buena por la inversión”, afirmó.
Hurley hace una comparación con Magnus, científica especializada en cátodos y radar, que entrenó cuatro años para permanecer sólo cuatro meses en la estación.
Las misiones espaciales de un año son muy inusuales; sólo tres cosmonautas rusos lo han intentado. La permanencia más larga de un estadounidense en el espacio fueron siete meses consecutivos.l
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