A varios videntes y santos se les ha dado la gracia de conocer detalles sobre la crucifixión de Jesús, y de ellos tenemos detalles que no aparecen en la Biblia.
Estudios científicos han confirmado recientemente algo sobre la Sábana Santa de Turín que los santos ya sabían por estas visiones.
LAS VISIONES
San Bernardo de Claraval, en éxtasis, le preguntó a Jesús cual era su mayor sufrimiento no registrado y la herida que causó el mayor dolor en el Calvario y Jesús respondió:
“Yo tenía una en mi hombro, mientras soportaba Mi Cruz en el Camino de los Dolores, una herida grave que era más dolorosa que los demás y que no es registrada por los hombres.
Honra a esta herida con tu devoción y te concederé las gracias que pidas a través de su virtud y mérito, y en lo que respecta a todos los que se veneren esta herida, voy a remitir todos sus pecados veniales y ya no me acordaré de sus pecados mortales”.
Ana Catalina Emmerich en la Pasión Dolorosa de Nuestro Señor Jesucristo dijo:
“Había una herida terrible en el hombro que había llevado el peso de la Cruz, y toda la parte superior del cuerpo estaba cubierto de moretones y muchas marcas de los golpes de los azotes.”
Y más recientemente, en el encuentro de dos futuros santos, el Padre Pío y el Padre Karol Wojtyla, ambos santos, Karol Wojtyla le preguntó al Padre Pío cuál de sus heridas de los estigmas le hacía sufrir más, el Padre Pío contestó:
“Es mi herida en el hombro, que nadie conoce y nunca se ha curado o tratado”.
Esto es extremadamente importante, no sólo porque revela que el Padre Pío llevó esta herida, sino porque, hasta donde se sabe, el futuro Papa es el único a quien el Padre Pío reveló la existencia de esta herida secreta.
Así que aunque la Biblia no hace mención de esta herida, los santos nos dicen que Jesús sufrió inmensamente.
EL ANÁLISIS DE LA SÁBANA SANTA
Pero ¿cómo podemos saber que es verdad? Pues aquí es donde la ciencia y la Sábana Santa de Turín entran en esta historia. Vatican Insider dice que:
“Cuatro profesores universitarios han publicado un artículo en la revista “Injury”, revelando que el hombre crucificado que estaba envuelto en el sudario de Turín sufrió una dislocación del húmero, la parálisis de un brazo y un traumatismo violento en el cuello y el pecho”.
…
“Se cree que la persona cuya figura está impresa en la Sábana Santa ha colapsado bajo el peso de la cruz, o del “patíbulo”, como se le conoce en el estudio a la parte horizontal de la cruz. El Hombre de la Sábana Santa explican los académicos, cayó hacia adelante y sufrió un “violento” golpe “mientras caía a tierra”. “La parálisis del cuello y de los músculos del hombro” fue “causada ??por un objeto pesado que golpeó la parte posterior del cuello y el hombro, causando el desplazamiento de la cabeza al lado opuesto a la depresión del hombro”.
…
“En este punto, habría sido imposible que el portador de la cruz siguiera manteniéndola y esto trae a la mente el pasaje del Evangelio que describe cómo los soldados obligaron a Simón de Cirene recoger la cruz de Jesús. No fue un acto de compasión, por lo tanto, sino de necesidad. Esto explica por qué “el hombro derecho está más bajo que el izquierdo en 10 ± 5 grados” y el ojo derecho se retrae en la órbita”, debido a la parálisis de todo el brazo, dicen los académicos”.
Que el hombre de la Sábana Santa es nuestro Señor, hay pocas dudas. La ciencia confirma lo que los santos ya sabían y es fascinante.
ORACIÓN A LA HERIDA EN EL HOMBRO DE JESÚSDE SAN BERNARDO
Oh amado Jesús, manso Cordero de Dios, a pesar de ser yo una criatura miserable y pecadora, te adoro y venero la llaga causada por el peso de vuestra cruz que abriendo vuestras carnes desnudó los huesos de vuestro hombro sagrado y de la cual vuestra Madre Dolorosa tanto se compadeció.
También yo, oh carísimo Jesús, me compadezco de ti y desde el fondo de mi corazón te glorifico y te agradezco por esta llaga dolorosa de vuestro hombro en la que quisiste cargar vuestra cruz por mi salvación.
Ah! por los sufrimientos que padeciste y que aumentaron el enorme peso de vuestra cruz, ruégo con mucha humildad, ten piedad de mi, pobre criatura pecadora, perdona mis pecados y condúceme al cielo por el camino de la cruz.
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