Soldados de Rusia.
La Historia, implacable, sobrevuela el conflicto, cada día más violento, cuyo epicentro es Kiev. Hay dos Ucranias, una la de tendencia occidental – a veces al precio del fascismo – y la otra, rusa. Parece haberse olvidado que Rusia nació precisamente en lo que hoy es Ucrania.
Seiscientos mil kilómetros cuadrados, más de 60 millones de habitantes, un relativamente alto porcentaje de rusos o rusohablantes.
Conocida como Pequeña Rusia, la mayor parte de Ucrania correspondía a los rutenos, quienes pertenecían al Imperio Austro-Húngaro. Ucrania fue aumentando su territorio con una porción de la Polonia Oriental, así como la Bukovina, la Besarabia y, desde 1954, bajo Kruschev, Crimea. Sebastopol sigue siendo en la actualidad una base naval rusa, como lo fue soviética.
Rusia ha pretendido siempre que la lengua ucranioana, como siempre dijimos en lugar democrania, no es sino un dialecto del ruso por cuyo motivo impuso la suya como única lengua oficial.
¿Complicado? No tanto, si bien siempre se vio así en la distancia.
Interpolar estudios pretéritos, deviene una falsificación. La Historia, en efecto, no se repite, es preciso subrayarlo constantemente. Ni la Rusia de Putin, los Estados Unidos de Obama y muchísimo menos Bruselas, van a enfrentarse en suelo ucraniano.
Pero los intereses en juego son muy elevados. Ucrania, “el granero de Europa”, encierra riquezas codiciadas. Sin embargo el gas natural procede de Rusia, con destino a la Europa Comunitaria.
Si los rutenos y los rusos del país pensasen con la cabeza, harían el máximo esfuerzo para beneficiarse de Oriente y Occidente, como una nueva Suiza.
La realidad, en cambio, apunta al ya casi consumado retorno de Crimea a la gran potencia con capital en Moscú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario